De esta manera, la harina blanca sería pegamento para el intestino, la leche "comería" los huesos, la carne roja y el aceite de palma podrían conducir al cáncer apenas se lo prueba: mejor evitar, excluir, eliminar. Periódicos y programas pseudo-científicos publican la última investigación, a menudo mal interpretada o tergiversada o respaldada por muy poca evidencia, luego los medios de comuncación y redes sociales actuan como caja de resonancia agigantando creencias y demonizando categorías enteras de alimentos.
Pero, qué se oculta, en realidad, detrás de esta tendencia? Sin duda, la comercialización, la promoción obsesiva, que desempeña un papel vital en el aumento de los temores de los consumidores.
Las grandes empresas suelen marcar tendencias alimentarias que se apoyan y refuerza por el juicio de la gente (obviamente obtenida a través delas redes sociales) en un proceso de aprobación circular y autorreferencial: el gran público decreta que un alimento/componente hace mal - la empresa elimina el alimento / componente de su producción - el público en general confirma que el alimento/componente hace mal porque incluso la gran empresa X lo ha abolido (un claro ejemplo fue la guerra al aceite de palma ).
Más allá del marketing
Pero el marketing es sólo la punta del iceberg de este fenómeno, que esconde superficialidad, pero sobre todo un pensamiento, limitado y limitante, que ve a la comida como mera nutrición.Si la comida es la gran cantidad de sustancias que la componen, se reduce a un simple factor para el desarrollo y la belleza del cuerpo, como un combustible o un medicamento, eliminar de ella un componente "perjudicial" es sólo la base de un proceso que tiene como objetivo lograr el funcionamiento perfecto, el cuerpo perfecto. Más allá del sabor, placer, bienestar y procesos emocionales que la comida es capaz de activar.
¿Cómo hacer entonces para no caer en esta trampa, para no conformarase a estas modas extremas? En primer lugar, tratando de mantener nuestro espíritu crítico, rompiendo mitos y engaños con una información correcta que se inicia desde las etiquetas de alimentos y llega a los estudios sectoriales y las directrices de los organismos de salud.
En segundo lugar recuperando del "placer de la comida", que no la gula o hedonismo puro, sino la percepción consciente de lo que comemos, la sensibilidad, ductilidad y atención para que de la ingesta de un alimento emerjan no sólo los elementos nutritivos, sino todo el universo de relaciones que la experiencia del gusto trae consigo.
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