¿Por qué queremos un bocadillo después de las comidas? Es la pregunta más frecuente que nos hacemos, sobre todo si el deseo de comer llega inmediatamente después de consumir un desayuno, almuerzo o cena especialmente abundante.
Entre los posibles culpables podrían estar algunas neuronas presentes en una parte del tronco encefálico generalmente asociada con el pánico, llamadas "células vgat PAG", que impulsarían, incluso después de una comida muy abundante, a desear alimentos, prefiriendo los alimentos grasos. Y agradables como el chocolate en comparación con alimentos más saludables como las zanahorias. Así lo destaca un estudio realizado por un grupo de psicólogos estadounidenses de la Universidad de California-Los Ángeles publicado recientemente en Nature Communications.
Por qué se nos antojan bocadillos después de las comidas: las novedades de la ciencia
El estudio americano, a pesar de haber sido realizado en ratones y no en humanos, ha añadido nuevos elementos a nuestro conocimiento sobre los motivos que llevan a la búsqueda de alimento después de las comidas. Se sabe bien que la base del hambre es el déficit energético biológico detectado en los núcleos del hipotálamo y también el deseo de placer que se deriva de las características gustativas-sensoriales de los alimentos y que involucra a otras áreas de nuestro cerebro. Investigadores americanos han demostrado la posibilidad de que exista otra zona, además de las ya conocidas, implicada en la pulsión compulsiva de búsqueda de alimento y que las neuronas específicas para esta actividad estén situadas en una zona responsable de funciones vitales y asociada, junto con otras áreas, a la respuesta al miedo y la ansiedad. Esta región cerebral conocida como gris periacueductal (PAG) es un área ubicada en el tronco del encéfalo, una parte del cerebro asociada a funciones como la respiración y la regulación cardíaca, también estudiada por su papel en la respuesta al miedo y la ansiedad, siendo activada en situaciones de amenaza y estrés.
A través de estudios realizados en modelos animales, los científicos han identificado un subconjunto específico de células dentro del PAG que parecen ser cruciales para la búsqueda compulsiva de alimento. Si estos datos se confirman con más estudios, tendremos más pruebas y una mejor explicación de las estrechas conexiones entre las funciones vitales primarias, la búsqueda de alimentos y los factores de estrés crónico.
Por qué se siente hambre inmediatamente después de las comidas: otras causas
La búsqueda de comida después de comer puede tener varias causas.
Entre los más comunes se encuentran las biológicas generadas por una ingesta desequilibrada o insuficiente de nutrientes en la comida, que va en contra de la sensación de saciedad, pero también estados emocionales negativos como el estrés y la tensión que pueden influir en la sensación de hambre. De hecho, la saciedad está determinada tanto por una ingesta adecuada de carbohidratos, proteínas, lípidos y fibra, que mantiene en equilibrio la producción de hormonas como la insulina, que a su vez modula las variaciones de la glucemia, como por estímulos sensoriales. Una comida rápida, sin sabor, pero rica en calorías, seguramente será menos saciante que una menos calórica, pero rica en sabor y consumida con calma.
¿Por qué tengo tantas ganas de comer alimentos dulces, salados o grasos?
¿Te has preguntado por qué cuando tenemos hambre después de las comidas nunca tenemos el deseo de saciarla comiendo verduras, sino eligiendo alimentos especialmente sabrosos, tanto dulces como salados?
Las razones por las que se antoja un determinado alimento en lugar de otro después de las comidas pueden ser diferentes. Puede depender de la necesidad a la que estemos respondiendo con ese deseo: necesidad de energía, placer emocional, relajación, gratificación gustativa.
A nivel científico se sabe que el gusto es un sentido innato tanto como la preferencia por el sabor dulce y la "textura grasa", es decir, por la estructura grasa y cremosa de los alimentos. La elección de la comida, sin embargo, depende de múltiples factores, incluidos los de carácter psicoemocional y cultural. De hecho, las preferencias alimentarias están influidas por las características perceptivas de los gustos y sabores, genéticamente condicionadas, pero también por las experiencias con la comida, empezando por las familiares, que responden a elementos emocionales, afectivos y cognitivos, determinados por factores individuales y ambientales.
Qué hacer para contrarrestar las ganas de picotear
Para gestionar mejor el deseo de comer después de las comidas, es importante favorecer snacks de buena calidad nutricional, excluyendo todos aquellos alimentos ricos en grasas y azúcares simples como dulces, helados, refrescos y zumos envasados. Algunos ejemplos de merienda equilibrada: fruta fresca o frutos secos como nueces o almendras, un taco de queso con miel o una rebanada de pan integral con jamón.
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