Por qué comer pescado te ayuda a perder peso

El pescado es uno de los alimentos más presentes en los regímenes de adelgazamiento. Este alimento es un excelente aliado para quienes necesitan adelgazar. Las variedades de pescado magro como la merluza, el mero y la lubina tienen un bajo contenido calórico y son muy ricas en proteínas de alto valor biológico. Los pescados grasos como el salmón, el atún y la caballa son excelentes fuentes de Omega 3, grasas saludables que en varios estudios se ha demostrado que pueden reducir los triglicéridos en sangre, aumentar la sensibilidad a la insulina y promover la reducción de la grasa abdominal, especialmente si también se asocia con regular ejercicio físico. Pero existen otros beneficios para la dieta. Es por eso que comer pescado te ayuda a perder peso.


Reduce los ataques de hambre nerviosa

El pescado contiene aminoácidos esenciales que promueven la producción de neurotransmisores de bienestar. Aporta triptófano, precursor de la hormona serotonina que regula el estado de ánimo y contrarresta el estrés. Gracias también a la presencia simultánea de grasas poliinsaturadas y vitaminas del complejo Bm que aumenta la producción de toda una serie de neurotransmisores que tienen efectos positivos sobre el bienestar emocional.


Promueve la saciedad

El pescado, en comparación con otras fuentes de proteínas de origen animal, como la carne y los quesos, tiene un contenido reducido de colesterol (a excepción de los crustáceos y moluscos) y, en particular el pescado graso, es más rico en ácidos grasos poliinsaturados (Omega 3), las llamadas "grasas buenas" que junto con proteínas de alto valor biológico dan saciedad.


Mantiene el metabolismo saludable

Las proteínas, grasas y algunas sales minerales de las que el pescado es fuente, son fundamentales para el funcionamiento del metabolismo. El yodo y el selenio, en particular, ayudan a la tiroides a funcionar al máximo y a producir las hormonas T3 y T4 implicadas en los procesos metabólicos.


Cómo cocinarlo para la dieta

Lo ideal es preferir métodos de cocción que limiten la adición de condimentos grasos. Por ejemplo, se prefiere la cocción al vapor, al vacío o al horno. Además, es necesario evitar tiempos de cocción demasiado prolongados, que reducen sus propiedades nutricionales y favorecen la formación de algunos compuestos nocivos para el organismo, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos y las aminas heterocíclicas. Para hacer este alimento más aliado de la línea, lo ideal es combinarlo en una misma comida con verduras frescas de temporada, cereales en grano y condimentarlo con aceite de oliva virgen extra y hierbas o especias aromáticas, que le permitan aromatizar y limitar la adición de sal.

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