Los tiempos que corren permiten a la mujer una serie de libertades en cuanto al uso práctico de los utensilios de que disponga y a las circunstancias que le son propicias y peculiares.
Las cuestiones básicas son las que deben saberse, las demás corren por cuenta de la habilidad de la mujer de la casa. No es posible establecer un código único, ni estricto, en cuanto hay tantas clases de mesas para servir, como hogares, costumbres, normas y formas de vida, en los pueblos, en los grandes centros urbanos y en el campo.
Todas las amas de casa tienen una vajilla más simple para uso diario y otra más importante y elegante para las grandes ocasiones.
Generalmente se tiene lo que se llama vajilla diaria que se compone de juegos de loza y cristal más simples, manteles de color o individuales así como vasos irrompibles o de material plástico para los niños.
Esto no significa que la mesa de todos los días se arregle de cualquier manera sino con simplicidad, que no significa indiferencia.
Buscar manteles de colores vivos, individuales, brillantes y platos alegres, puede constituir un conjunto donde resulte grato reunir a la familia para comer.
En toda circunstancia se debe considerar importante el arreglo de una mesa, su elegancia, su armonía, aunque sólo asistan a ella la pareja y los hijos.
Las ropas de la mesa, manteles y servilletas, deben ser elegidas con buen gusto; para diario, estampados, a cuadros, en color y tonos alegres.
Los manteles individuales son muy prácticos. La mesa, con un detalle de flores naturales, da una nota de personalidad al ambiente.
Las cenas formales, con invitados especiales, requieren manteles que pueden ser blancos o de tonos muy suaves, las servilletas deben combinar con ellos y puede completarse el arreglo con dos candelabros de colores fuertes.
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