No resistrse a la tentación de un delicioso postre, el olor a mantequilla en una rebanada de pan o la imagen publicitaria de una comida rápida, es culpa de una hormona.
La hormona en cuestión se llama grelina y está presente en nuestro estómago. El exceso de grelina en nuestro organismo nos hace más vulnerables a las tentaciones relacionadas con la comida, especialmente los dulces. Prueba esta tesis una investigación canadiense realizada por el Instituto Neurológico de Montreal con la colaboración del Hospital de la Universidad Mc Gill.
El estudio completo se publicó posteriormente en la revista científica Cell Reports e involucró y examinó hasta 38 pacientes. A algunos de ellos les inyectaron grelina. Posteriormente, los 38 pacientes fueron expuestos a varios tipos de olores de alimentos mientras veían imágenes neutras de objetos aleatorios. Con el tiempo, en la mente de estas personas se crearon asociaciones entre imágenes y olores. Con una precisa resonancia magnética se observó cuidadosamente que las personas que necesitaban saciar el estímulo del hambre que les habían provocado los olores de la comida, eran precisamente aquellas a las que se les había inyectado grelina, la hormona del hambre.
La grelina es capaz de empujar a las personas a satisfacer o no el deseo de comer. Esta hormona aumenta el placer percibido por un determinado olor o imagen mostrada. Las personas obesas son aquellas que tienen una gran cantidad de esta hormona en su organismo. Por eso son más vulnerables a la publicidad de comida rápida o al olor de un delicioso postre. Las personas obesas, debido a la grelina, tienen una alta reactividad a las señales relacionadas con los alimentos.
Gracias a este estudio canadiense, se demuestra cómo la grelina es un factor determinante en la mayor respuesta a estímulos relacionados con la alimentación. La grelina conduce a los excesos y a comer de forma incorrecta y compulsiva.
Comentarios sobre este artículo (0)