Las antiguas leyendas de Halloween (II)

El Pan de Muerto mexicano


También en México las comunidades indígenas celebraban el Día de Muertos, un aniversario que en 2003 fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO. Los ritos se llevaban a cabo entre finales de octubre y principios de noviembre, con la finalización del ciclo agrícola del maíz, el cultivo más importante del país.

Sobre los altares, en memoria de los muertos y para que pudieran tener algo para comer cuando llegaban a la tierra, no faltaban los tamales, antepasados del "sandwich": una pasta hecha de maíz, carne, queso y chili era envuelta en una hoja de una mazorca o de plátano.

Además, para recibir a los muertos que regresaban a la tierra, se preparaba el Pan de Muerto, una forma sencilla de pan dulce, que luego se decoraba en la superficie con otras tiras de masa para recordar los huesos de los muertos. La receta de hoy se prepara con harina de trigo, huevos, azúcar, leche y levadura y la masa es a menudo aromatizada con semillas de sésamo, canela, cáscara de naranja o agua de azahar.

El pan de los muertos y los porotos de los muerto

La tradición de preparar un pan dulce para la fiesta cristiana de Todos los Santos el 1 de noviembre y para el Día de los Muertos el 2 de noviembre está presente desde siempre en muchos paises de Europa. El más conocido es el Pan de los Muertos, típico de Lombardía (Región de Italia), pero tiene muchas variaciones en las diferentes regiones de la península. Se prepara y se come para rendir homenaje a los seres queridos desaparecidos. La receta básica incluye claras de huevo, galletas secas, almendras, cacao, vino dulce, canela, pasas y los higos secos, pero puede agregar fruta confitada, galletas y amarettis de acuerdo al gusto.

Otra especialidad del comienzo de las celebraciones de noviembre son los Porotos de los Muertos, son pequeñas y tiernas galletas elaboradas con almendras y piñones finamente picado y mezclado con azúcar, huevos y harina. Una pizca de canela, ralladura de limón y una cucharada de brandy dan el toque final a un postre perfecto para una merienda o el final de una comida.

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