Probablemente nos espera un día pesado en la oficina. La actividad física máxima que podríamos tener en cuenta hoy es maniobrar detrás del volante durante el estacionamiento y caminar hacia la expendedora del café por el resto de las horas.
Por otro lado, habrá que responder cien preguntas y tomar cien microdecisiones, lo que hará consumir un millón de vatios de energía mental y ni una caloría. Fácil de entender, entonces, la importancia de un desayuno equilibrado, que nos permita enfrentar la mañana con una buena reactividad, evitar la somnolencia y la pereza, manteniendo las reacciones bajo control y llegar al almuerzo con apetito pero no con hambre de lobos, lo que nos empujaría a un almuerzo voraz y quizás excesivo.
Las reglas de un desayuno equilibrado
Nada complicado, sino simples referencias a los principios de una nutrición adecuada, sin perjuicio de las necesidades de quienes siguen regímenes dietéticos particulares. Carbohidratos simples para la actividad física y complejos para la resistencia; bebidas saludables ricas en nutrientes (vitaminas, minerales) como licuados y jugos de frutas y vegetales; grasas mínimas; y ese toque personal que puede provenir de un café o un buen té de hoja.
A qué hay que prestarle atención?
Para preparar un desayuno saludable y equilibrado es bueno prestar atención a algunos detalles:
- Tener cuidado con los alimentos que contienen mucho azúcar: todos los cereales, por ejemplo, contienen azúcares (en forma de almidón) pero también las frutas. Es mejor consumir una taza de cereales y reducir las galletas, aunque no es necesario eliminarlas.
- También es importante la atención a la leche, que contiene azúcar pero también lactosa, hacia la cual es frecuente la intolerancia.
- Finalmente, tener cuidado con los productos envasados, que pueden contener una gran cantidad de azúcares ocultos.
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