A menudo erróneamente equiparada con la tradición árabe, la cocina de Asia Menor (Anatolia) y la península balcánica tuvo su apogeo en los 623 años de dominio del Imperio Otomano (terminado en 1922), especialmente bajo Solimán el Magnífico (1520- 1566).
Las tribus nómadas turcas originarias de las desérticas estepas de Asia Central que se establecieron en Asia Menor, fusionadas con los selyúcidas, introdujeron en el área del Mediterráneo y hasta el subcontinente indio, muchas tradiciones importantes.
El Imperio Otomano tenía sus propias tradiciones gastronómicas persas, griegas y fenicias, que contaminaron y se expandieron por los territorios dominados desde el norte de la India a las puertas de Viena, pasando por Albania, Montenegro y Serbia.
La herencia de un imperio
El Imperio Otomano ha dejado en herencia las carnes crudas a la tártara, las cocinadas a la parrilla (kabab), las pastas rellenas (capas o mantu), las masas (yufka, hojaldre, kore, gullash), el yogur usdo para preparar salsas (cacik, tzatziki, salsa de yogur) y bebidas fermentadas (kéfir, ayran, Doogh, lassi).Gracias a la cocina de Palacio (cocina Saray) la figura del cheff tomó una gran importancia para servir a los invitados de la corte; también se desarrollaron técnicas para prevenir los envenenamientos que mutaron en las modernas técnicas de degustación visual y gusto-olfativa.
Comentarios sobre este artículo (0)