Grasas buenas y malas: cuales son los alimentos correctos a elegir

A pesar de que la palabra "grasa" no nos gusta mucho y evoca en nosotros un sentimiento negativo, para nuestro organismo no siempre es así.
Las grasas son la fuente de energía favorita de nuestro cuerpo, ya que ocupan poco espacio, están prácticamente libres de agua (a diferencia de los carbohidratos) y tienen mucha energía, 9 kcal / g. Las grasas (o lípidos), además de suministrar energía, llevan a cabo muchas otras funciones: constituyen la membrana de nuestras células, protegen nuestro cuerpo de los radicales libres, nos ayudan a combatir el envejecimiento celular, son los precursores de diferentes hormonas y son muy importantes para la conducción del impulso nervioso

Sin embargo, no todos los lípidos son tan buenos para nuestro cuerpo, diferenciemos las grasas buenas de las grasas malas.


Grasas buenas

Las grasas insaturadas se dividen en monoinsaturadas y poliinsaturadas y son "buenas" ya que protegen nuestras arterias. Entre los alimentos más ricos encontramos el aceite de oliva virgen extra, aceites vegetales, pescado y frutos secos. Los ácidos grasos Omega 3 y Omega 6 son esenciales para nuestro cuerpo y ayudan a reducir el colesterol "malo" y los triglicéridos. El omega 6 está presente sobre todo en el aceite de semillas y en la fruta seca, mientras que el omega 3 se encuentra en el pescado, en particular en aquellos que podemos recordar fácilmente con el acrónimo BASSA que es para bacalao, anchoas, sardinas, salmón, arenque.


Grasas malas

Las grasas saturadas están presentes especialmente en carnes grasas, mantequilla, manteca de cerdo, aceites como el de coco o palma, quesos maduros y azules, crema y salchichas. Estos lípidos son las llamadas grasas "malas", ya que contribuyen al aumento del colesterol aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Por esta razón, las pautas nutricionales sugieren introducir menos del 10% de la energía derivada de estos lípidos.

Entonces, ¿cómo elegir los alimentos correctos?

Aquí hay algunas reglas generales para nuestra dieta:

1- Sazonar lo menos posible en la sartén: es mejor usar el aceite crudo de tal manera que se pueda dosificar y no alterar sus características organolépticas (sin embargo, el aceite de oliva virgen extra es uno de los aceites más resistentes a las altas temperaturas)

2- Desgrasar las salchichas y no consumirlas más de una vez a la semana.

3- Preferir carnes magras consumiendo 1 vez a la semana carne roja y dos veces blanca.

4- Preferir el consumo de legumbres (3 o 4 veces por semana) y pescado (3 o 4 veces).

5- Comer quesos frescos dos veces por semana, quesos sazonados o azules una vez por semana y huevos una vez por semana.

6- Freír con aceite de oliva (incluso si reduce el sabor de la fritura o también, se puede usar aceite de maní como alternativa, y recordar cambiar el aceite con cada fritura y nunca hacerlo quemar, para evitar la formación de compuestos como la acroleína, tóxica para el hígado.

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