Consistencia y método de preparación
La principal diferencia radica en la consistencia: más densa y con cuerpo en el caso del glasé real, más líquida y acuosa para el clásico. En realidad, la razón de esta diferencia radica en el diferente modo de preparación que, partiendo del azúcar glas como ingrediente habitual, se le añade clara de huevo o agua hirviendo. El glaseado al agua se prepara, de hecho, hirviendo un poco de agua en una cacerola y añadiendo poco a poco el azúcar glas. Simplemente se mezcla con un batidor manual o una cuchara para obtener una mezcla fluida y sin grumos. Discurso en parte diferente para el glasé real en donde se añade el azúcar glas a la clara de huevo batida junto con unas gotas de zumo de limón. Se trabaja todo con una batidora eléctrica hasta que la mezcla esté bien densa y compacta. En ambos casos, si quieres añadir un toque de color a tus preparaciones, puedes añadir unas gotas de colorante alimentario en gel o en polvo, hasta alcanzar la intensidad deseada.
Cómo usarlos
La diferente densidad también implica un uso diferente del glaseado real en comparación con el glaseado al agua. Este último, por ejemplo, es perfecto para cubrir galletas o la superficie de pasteles con una capa suave y uniforme. El glasé real, por su parte, es ideal para obtener dibujos escritos o en relieve sobre galletas y tortitas. La mayor densidad, de hecho, lo hace menos adecuado para nivelar y la mayor velocidad de secado es particularmente necesaria cuando se trata de pequeñas decoraciones. Simplemente llena una manga pastelera, corta la punta e inserta el pico del tamaño adecuado para realizar decoraciones.
Además, no olvides que el glasé real también es un excelente pegamento para alimentos si necesita fijar piezas en pasta de azúcar u otras aplicaciones alimenticias en la superficie de tus postres.
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