Nacidas del cruce entre una variedad japonesa y una fresa roja "clásica", la "blanca" pronto harán su debut en mercados y mostradores: solo queda descubrir todos sus secretos y no estar desprevenidos.
Fresas blancas: propiedades y características
Comencemos por su origen: en 2020, en la estación de investigación Balm en el sureste del condado de Hillsborough, Florida, un grupo de investigadores dirigido por el profesor Vance Whitaker cruzó una fresa japonesa con una americana. Las plántulas producen fresas con un color cándido, en un cromo que oscila entre el blanco y el rosa, según el nivel de madurez y exposición al sol. En 2021 se emite una patente estadounidense con la que la fresa blanca se bautiza oficialmente como "Florida Pearl".
Florida Pearl arrasó en las redes sociales: intriga, gusta, todos la quieren y todos la buscan, en poco tiempo se convierte en el sueño prohibido de chefs y entusiastas de los ingredientes inusuales.
Pasemos a las preguntas: la primera es sin duda ¿por qué son blancas? Nada que ver con los colorantes químicos, la blancura de la fresa blanca está ligada a que la proteína responsable de la pigmentación roja no está presente en esta variedad, deficiencia que sin embargo no afecta negativamente al perfil nutricional. Sin embargo, lo más interesante de la fresa blanca es su sabor: delicado y suave, con notas que recuerdan el sabor de la piña y que, según cuentan los afortunados que la han probado, convence al primer bocado.
Sin embargo, hay que decir que la fresa blanca Florida Pearl no es la primera variedad "decolorada": en Japón se puede degustar la fresa Hatsukoi no Kaori (a un precio decididamente inasequible), una variedad muy deliciosa e imposible de cultivar en Europa; en los jardines de los nobles franceses ya en 1700 era posible admirar la variedad Pineberry, también conocida como fresa-piña, nacida en Chile.
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