¿El tomate es una fruta o una verdura?
Desde el punto de vista botánico no hay duda: el tomate es una fruta. Todo reside en la estructura de la planta, pero también en su organización. El tomate contiene semillas y crece a partir de la flor. Dado que el fruto, botánicamente hablando, es la forma que tiene la planta de esparcir sus semillas, científicamente el tomate no es una verdura.
Sin embargo, la situación cambia completamente si consideramos el uso del tomate, que por sus propiedades organolépticas se utiliza en platos salados, ya sean cocidos o crudos. Además, desde el punto de vista nutricional, es completamente diferente a una fruta: no contiene azúcares, y es rica en agua, sales minerales, antioxidantes (sobre todo licopeno). Por eso comúnmente se considera un vegetal.
Verduras y hortalizas: ¿cuál es la diferencia?
Sin embargo, hay otro punto que conviene aclarar: científicamente no existe una definición precisa de verduras. Es un término de uso común que se utiliza para indicar todas las partes herbáceas comestibles de una planta, desde las raíces hasta las hojas. Por tanto, para indicar productos de huerta sería más correcto utilizar el término hortaliza, que a su vez es un producto de las llamadas plantas hortícolas.
La historia del tomate
Definición aparte, la verdad es que lo que importa es que el tomate existe, porque sin tomate tendríamos que renunciar a muchas recetas sorprendentes. Si se han convertido en uno de los ingredientes más representativos de la tradición principalmente italiana y española, se lo debemos también al médico toscano Pietro Andrea Mattioli: fue él quien rehabilitó los tomates americanos, cultivándolos y descubriendo sus innumerables propiedades nutritivas.
Antes de esa época, los tomates se utilizaban como plantas ornamentales y se consideraban un alimento que debía evitarse. A veces, incluso, "comida de brujas". Para los conquistadores eran una variedad pobre de berenjenas, y se resistían a comerlos porque estaban convencidos de que eran venenosos, dado que los tomates pertenecen a la familia de las solanáceas (a la que también pertenecen las patatas y las mandrágoras), que son plantas que contienen solanina, una sustancia tóxica. Lo cual sí, está presente en los tomates, pero en los verdes y en las hojas, y en cantidades tan pequeñas que resultan inofensivas. Por suerte alguien se dio cuenta. ¿Y sabes cómo? Comiéndolos. Una vez descubiertos, los tomates empezaron a utilizarse en multitud de recetas, siendo tan buenos que pronto todo el mundo se olvidó del veneno".
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