Hay muchos alimentos cuyo aporte es fundamental para el bienestar de nuestro organismo. ¡Veamos qué ayuda a que nuestro hígado se sienta bien!
Malos hábitos
A nivel hepático ciertamente podemos decir que el alcohol, las frituras, los azúcares simples, los quesos grasos son alimentos a evitar. Ciertamente nuestro paladar debe quedar satisfecho, pero muy bien podemos introducir estos alimentos en pequeñas dosis, favoreciendo todo lo que ayuda a que nuestro hígado se sienta bien y funcione de la mejor manera. No olvidemos que esta glándula es fundamental para el metabolismo, pues está conectada con el sistema digestivo, además realiza diversas funciones en defensa de nuestro organismo, gracias a la eliminación de sustancias tóxicas.
Antioxidantes, nuestros aliados
Los antioxidantes los encontramos en frutas y verduras, siempre que comamos productos frescos: en el caso de las verduras hay que tratar el producto con cocciones cortas para que conserve todos los nutrientes. Los antioxidantes ayudan a contrarrestar la formación de radicales libres, agentes que dañan nuestras células.
El té verde y el café son ricos en antioxidantes: se deben tomar en cantidades moderadas porque contienen cafeína, pero gracias a su aporte son una buena fuente de protección para nuestras células y ayudan al hígado a defenderse de cualquier patología.
El sulforafano es un poderoso desintoxicante, lo encontramos en el brócoli y la coliflor: al consumir estos alimentos, podemos hacer una importante contribución a la función hepática. De hecho, sabemos que el hígado es el principal órgano responsable de las actividades de desintoxicación y estos alimentos se convierten en una parte preciada de nuestra dieta. Se recomienda la cocción al vapor para mantener las propiedades, los germinados también se pueden comer crudos, haciendo una rica ensalada en la que pondremos tomates frescos o secos, alcaparras, aceite EVO e incluso aceitunas.
No todas las grasas son malas
Los omega -3 son grasas poliinsaturadas consideradas esenciales, importantes en la prevención por daño hepático severo y enfermedades como la cirrosis o el cáncer. Se definen como esenciales porque el organismo no es capaz de sintetizarlos y por tanto deben tomarse con la dieta. Los encontramos en el pescado: el salmón, pescados azules como la caballa o las anchoas, hacen una importante contribución a la reducción de la inflamación. Destacamos en especial las anchoas, porque se comen con piel, precisamente la parte del pescado donde más se concentran estas grasas.
Frutos secos: aquí tenemos un importante aporte de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, así como una buena dosis de vitamina E, que contrarrestan los radicales libres. Excelentes para quitar el hambre, los frutos secos aportan calorías, así que atención con las dosis, pero bienvenidas son las nueces, las almendras, los pistachos y todos los demás que aportan beneficios a nuestro hígado y en consecuencia a nuestro organismo.
El aceite de oliva virgen extra es el rey de la dieta mediterránea, fuente inagotable de antioxidantes, gracias a los compuestos fenólicos, el tocoferol y la vitamina E. Sus propiedades antiinflamatorias, con acción depurativa sobre el hígado, son un auténtico aliado de nuestro bienestar.
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