¿Comer sin sal hace realmente bien?

Limitarla es sin duda algo bueno, pero ¿comer sin sal es realmente bueno para nuestra salud? Por supuesto, sabemos que el consumo elevado de sal en la dieta diaria es una de las principales causas de muerte. De hecho, muchas veces se consumen grandes cantidades sin siquiera darnos cuenta, por ejemplo exagerando en los menús diarios con alimentos especialmente ricos en ellos. No sólo embutidos, fiambres, quesos curados, sino también conservas y productos procesados; e incluso dulces. Según estimaciones de la OMS, consumimos el doble de la cantidad recomendada por persona, que es menos de 5 g al día, lo que equivale a menos de una cucharadita. ¿Pero comer sin sal es realmente bueno para ti?


¿Qué es la sal y para qué se utiliza?

La sal es una fuente de sodio, un electrolito precioso para el funcionamiento del organismo. Este nutriente interviene, por ejemplo, en la transmisión de los impulsos nerviosos y en el equilibrio de líquidos. Se encuentra de forma natural en algunos alimentos que ponemos en la mesa como legumbres, carnes, pescados y en abundante cantidad en conservas, congelados y procesados ​​en los que se suele añadir no sólo para mejorar su conservación sino también su sabor.


Beneficios y riesgos de comer sin sal

Consumir demasiada sal en la dieta diaria es malo para la salud, pero según algunos estudios, incluso consumirla en cantidades mínimas se asocia con la aparición de trastornos. Seguir una dieta muy baja en sodio sin necesidades de salud particulares se asocia a un mayor riesgo de sufrir resistencia a la insulina, diabetes tipo 2 y tener niveles más elevados de colesterol y triglicéridos. La confirmación también proviene de un equipo de expertos de la Universidad McMaster de Ontario (Canadá) y del Population Health Research Institute y Hamilton Health Sciences. Según los investigadores, un consumo muy bajo de sodio se asocia con un aumento de algunas hormonas que aumentan el riesgo de muerte y el riesgo cardiovascular.

Para consumir sal en cantidades moderadas, sin por tanto eliminarla por completo ni correr el riesgo de consumir demasiada, se puede reducir en primer lugar el consumo de alimentos procesados ​​que son los que más sal aportan y muchas veces junto con dosis extra de azúcares y grasas, nocivos para la salud, y consumir alimentos ricos en potasio, mineral que ayuda a eliminar el exceso de sodio, incluidas las verduras y frutas, pilares de una dieta saludable, en cada comida del día. La ingesta de cantidades elevadas de sal combinada con una ingesta insuficiente de potasio contribuye a aumentar el riesgo de sufrir hipertensión y enfermedades cardiovasculares, incluidos accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos. La presencia de elevadas cantidades de sodio también reduce la asimilación de calcio en los huesos y aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis. Finalmente, aumenta la retención. El exceso de sodio queda atrapado en las células y tejidos favoreciendo la aparición de estancamiento e hinchazón.

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