Trastorno molesto, casi invalidante, que afecta a un gran número de mujeres (más o menos jóvenes) por motivos a menudo diferentes, comprometiendo también la sexualidad. Es la cistitis, un problema bastante común del tracto urinario, que aparece como una inflamación de la vejiga acompañada de dolor y ardor al orinar, pesadez abdominal y, necesidad de orinar con frecuencia. De origen bacteriano, al menos la mayoría de las veces, se resuelve con antibióticos ad hoc.
Pero también la nutrición puede ofrecer un aporte esencial para prevenir y combatir este molesto y típico desorden.
Cuidar el intestino
La salud intestinal es fundamental para prevenir la cistitis. Un intestino sano y regular contrarresta eficazmente la proliferación de bacterias patógenas que pueden ascender peligrosamente por la uretra y causar cistitis. Por eso es importante seguir una dieta equilibrada, con un buen aporte de fibra, limitando la cantidad de azúcar y aumentando los alimentos favorables al intestino y la vejiga.
Dar preferencia a los alimentos ácidos
Una dieta con un alto residuo ácido ayuda a disminuir el pH de la orina y es un factor muy positivo ya que algunas bacterias no crecen a pH bajo, además hay menos adhesión de bacterias a las paredes de la tracto excretor. Sí, por tanto, al pan blanco y harina de trigo duro, pan de centeno, pasta al huevo, arroz, espaguetis. Legumbres, incluidas lentejas secas y frijoles. Carnes magras y entre los pescados: trucha, bacalao y anchoas. Quesos como camembert, cheddar, gouda y grana. Finalmente, yema de huevo, cacahuetes sin tratar y nueces.
Evitar los alimentos inflamatorios
Por el contrario, se deben evitar los alimentos inflamatorios, que empeoran significativamente la situación ya comprometida del intestino y la vejiga. En particular, deben abolirse las especias y los alimentos picantes, como la pimienta y el chile, el té y el café, el chocolate y las salchichas. También es importante identificar sensibilizaciones o intolerancias reales a algunos alimentos (como la enfermedad celíaca) porque hacen vulnerable al intestino, comprometiendo su capacidad de "actuar como barrera" frente a patógenos que pueden atacar el organismo.
Comentarios sobre este artículo (0)