Muy a menudo se piensa que para darle al organismo un "respiro" del exceso de indulgencia y glotonería, es una buena idea comer arroz blanco. En realidad, este plato no es en absoluto un aliado de la silueta. Por el contrario, especialmente si no se combina correctamente en los menús, se corre el riesgo de promover un aumento de peso por muchas razones. Una de las principales desventajas del arroz blanco es que dificulta el trabajo del páncreas y el hígado, dos órganos que juegan un papel fundamental en la eliminación del exceso de sustancias de desecho y en la eliminación de grasas. Desde el punto de vista nutricional, aporta una cantidad importante de carbohidratos que favorecen la producción de insulina. Pero el arroz blanco también tiene otras desventajas. Estas son algunas:
Es poco saciante
Comer solo un plato de arroz blanco no es una buena idea si se quiere perder peso. Favorece la acumulación de kilos de más porque tiene un efecto saciante reducido. De hecho, este plato carece de buenas proteínas y grasas que den saciedad. El mismo arroz, salteado junto con verduras de temporada aderezadas con aceite de oliva virgen extra, tendrá un efecto diferente. Las verduras de temporada son una buena fuente de fibra que promueven una sensación de saciedad y ralentizan la transformación en azúcares del almidón presente en el arroz. Gracias a la riqueza de ácidos grasos esenciales incluido el preciado ácido alfa linoleico, el aceite de oliva virgen extra ralentiza el vaciado del estómago y aumenta la capacidad saciante del plato.
Tiene un índice glucémico alto
Un plato de arroz blanco tiene un impacto negativo en el nivel de azúcar en sangre. Rico en carbohidratos, empuja al páncreas a producir grandes cantidades de insulina, una hormona que predispone no solo la aparición de diabetes tipo 2, sino también la acumulación de kilos de más.
Estimula el hambre
Consumir un plato de arroz blanco, además de no ser muy gratificante para el paladar, promueve cambios en los niveles de azúcar en sangre en las horas posteriores a las comidas que estimulan los ataques repentinos de hambre. Los azúcares que contiene el arroz se absorben rápidamente en el intestino y estimulan la sensación de hambre. ¿Un error a evitar? Combinar el arroz blanco con frutas. Comer, por ejemplo, un plato de arroz blanco con una manzana o un plátano induce un alto aumento de azúcar en sangre que, si no se quema, se convierte en tejido adiposo.
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