Las nueces de macadamia o simplemente macadamias, toman su nombre del Dr. John Macadam, el científico australiano que las descubrió hacia mediados del siglo XIX, aunque los aborígenes australianos las consumen desde hace más de 500 años.
La nuez de macadamia se cultiva y se comercializa también en las islas de Hawaii donde se importaron árboles australianos en 1887. Hay una especie de menor calidad que se cultiva en África del Sur, Costa Rica, Brasil y en California (EE.UU).
La nuez de macadamia está formada por una almendra contenida dentro de una cáscara de color marrón muy resistente y dura. Para abrir la cáscara se necesitan aproximadamente 2.000 kPa, pero si se almacena durante un tiempo en un lugar fresco y seco (lo que causa la pérdida de muchas de sus cualidades nutritivas), es más fácil romper la cáscara protectora. Su sabor recuerda a la de coco.
El fruto de la macadamia es muy rico en aceite (78% con aproximadamente 60% de ácidos grasos monoinsaturados), minerales, hidratos de carbono, calcio, fósforo, proteínas y vitaminas A, B1 y B2.
La extracción del aceite se ejecuta exclusivamente por presión en frío y filtrado, y se utiliza tanto en la industria alimenticia como en la cosmética.
Dentro de los llamados frutos secos es el que tiene la mayor cantidad de grasa: tanto como un 67% . De ellas, una buena cantidad está representada por grasa saturada mientras que no contienen prácticamente nada de grasas poliinsaturadas.
Sin embargo, la cantidad de grasa que contienen no es para alarmar: una porción razonable de macadamias (20 gramos) contiene sólo 2,5 gramos de grasa saturada.
Tienen un gusto muy particular, dulce y delicado. Generalmente se venden sin cáscara, ya que es muy dificil romperlas.
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