La langosta (Palinurus elephas) es un crustáceo de tamaño mediano, que varía en longitud entre los 20 y 50 cm. y que puede pesar hasta 8 kg. Está cubierto por una caparazón resistente, por lo general de color rojo con tonos morados.
La caparazón se divide en dos partes diferentes: la parte frontal, que está particularmente desarrollada, de manera similar a la del cangrejo; en esta parte del caparazón, la langosta está cubierta de espinas y los matices son más azulados. Esta parte está a su vez dividido en cefalotórax y el abdomen (compuesto de seis secciones móviles), respectivamente la parte delantera y la parte trasera.
En la parte posterior se encuentra la cola, que se abre cuando la langosta nada. A diferencia de otros mariscos, la langosta tiene dos antenas de color amarillo-rojizo que utiliza tanto como órganos sensores y como medio de defensa.
La langosta es un animal sedentario que vive en grandes grupos, en el fondo marino, preferentemente rocosos, a unos 150 m de profundidad, y se alimenta de otros animales marinos, como camarones, esponjas y también algas y plancton. Es muy común en el Océano Atlántico, pero también se puede encontrar en el Mar Mediterráneo.
La alta calidad de la carne de las langostas es apreciada desde los tiempos de la antigua Pompeya: los mosaicos de las paredes de los jardines de las antiguas casas pompeyanas representan a este animal en diferentes momentos; entre estos mosaicos se muestra una escena de una langosta luchando con un pulpo, su enemigo natural.
En la época romana, la langosta se solía llamar "saltamontes", y fue considerado un alimento muy valioso, pero igualmente indigesto: se aconsejaba cocinarla en agua y vinagre, para aligerarla.
Durante la Edad Media, la langosta se extendió como un símbolo de los herejes y paganos, los que, según la tradición religiosa, se caracterizan por la inestabilidad. Hasta la fecha, tanto el cangrejo como la langosta se asocian a la inconstancia, debido a sus movimientos inestable y poco predecibles.
Como elegirla
Si es un producto local, generalmente en los mercados se venden las langostas vivas, aunque también se las puede encontrar frescas o congeladas; sin embargo, es recomendable comprarlas vivas, para que su delicado sabor, no sufra alteraciones.
Su uso en la cocina
A pesar de ser una especie protegida, la carne de la langosta es muy solicitada, por su delicadeza y sabor.
Las recetas más tradicionales acompañan a la langosta con salsas sencillas y livianas, a menudo enriquecidas con vino blanco y perejil, que realza el sabor delicado pero sabroso de la carne.
La langosta también puede ser un ingrediente de platos principales, pero deben evitarse absolutamente las salsas muy pesadas o los condimentos muy intensos, a fin de no opacar su sabor.
Rica en proteínas, la langosta también es apreciada por su aporte calórico, es rico en sales minerales (tales como calcio, potasio, sodio y fósforo) y vitaminas, especialmente A, B1 y B2.
Curiosidades
Hay langostas de color azul pero son muy raras, tanto que se suele encontrar uno cada 4 millones.
Durante el periodo de transición, es decir, cuando cambia la caparazón, el animal queda indefenso y tiene que pasar ese tiempo escondido en un ambiente seguro, generalmente su guarida.
La langosta es considerada un producto afrodisíaco como las ostras, principalmente por la forma en que se consume ya que es difícil de comer con cubiertos, lo que obliga a los comensales a comer con las manos, y chupar algunas partes, para extraer su máximo sabor.
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