La chicoria, radicchio o radicheta (Cichorium intybus), es una planta herbácea perenne de la familia de las Asteráceas; originaria de Europa donde crece en forma silvestre.
Es conocida desde los primeros días de la historia humana, mencionándose, por ejemplo, en el papiro de Ebers (hacia 1550 aC); también el historiador Plinio cita a esta planta como ya conocida en el antiguo Egipto. El médico griego Galeno, la aconsejaba contra las enfermedades del hígado, por no hablar de las múltiples referencias en la época romana. Una de sus primeras descripciones se remonta a 1753 cuando el nauralista Carl von Linné, señala textualmente: «Habitat en Europa ad margines agrorum viarumque» (Habita en Europa en los bordes de los cultivos y de los caminos). Se ha naturalizado en varias regiones de América, África, Asia y Oceanía. Actualmente en Europa se cultiva especialmente en el norte de Francia, Bélgica, Alemania y España, siendo la villa segoviana de Cuéllar la mayor productora del país.
Desde la Edad Media se emplea con fines medicinales ya que tiene las propiedades que estimulan el adecuado funcionamiento del hígado; estimulan la secreción biliar, es desintoxicante y depurativa (colagogos y coleréticos) y también cicatrizante, sedante y diurética. Con muy bajo valor calórico, contiene provitamina A y potasio, además de vitaminas del grupo B (B1, B2 y folatos) y minerales como magnesio y calcio
A la hora de adquirirla se aconseja escogerla con sus hojas bien frescas, sanas, firmes y de buen color, rechazándolas si están descoloridas, de color pardusco o amarillentas, o con indicio de daño causado por insectos.
Siempre lavarla minuciosamente, evitando el remojo, para reducir así la pérdida de nutrientes. Descartar las hojas externas más duras y amargas.
Se debe conservar en lugares frescos, ventilados y sombríos, o bien en la parte menos fría del frigorífico, dentro de una bolsa de plástico perforada para que pueda seguir respirando. Nunca en recipientes herméticos. Esta verdura no soporta bien la congelación.
La achicoria se consume generalmente en ensaladas, combinada con otros alimentos para contrarrestar su particular sabor amargo. También se pueden cocinar como cualquier otra verdura, aunque en la cocción se pierden parte de sus vitaminas y sales minerales, por lo que conviene aprovechar el caldo donde se ha hervido. Resulta también deliciosa salteada con unos dientes de ajo y aceite de oliva, como primer plato o como guarnición de carnes, pescados o huevos. También se puede añadir al final de la cocción de las sopas o de los caldos para dar sabor a estos platos.
Aporte nutricional cada 100 gr.
Energía: 19.7 Kcal
Proteínas: 0.5 g.
Hidratos de carbono: 2.4 g.
Fibra: 1.3 g.
Lípidos: 0.6 g.
Colesterol: 0 mg.
AGP (Ácidos grasos poliinsaturados): 0.3 g.
AGS (Ácidos grasos saturados): 0.2 g.
AGM (Ácidos grasos monosaturados): Trazas g.
Vitamina A: 20 µg.
Vitamina B1: 0.058 mg.
Vitamina B2: 0.034 mg.
Vitamina B6: 0.01 mg.
Vitamina C: 5 mg.
Calcio: 21 mg.
Sodio: 4.3 mg.
Ácido fólico: 14 µg.
Potasio: 170 mg.
Fósforo: 26 mg.
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