La boga es un pescado blanco muy abundante en nuestras costas, disponible todo el año. Su sabor es bastante insípido, lo cual, junto al hecho de que contiene bastantes espinas, hacen que no sea un ejemplar muy apreciado en nuestras cocinas. Otro inconveniente es que se estropea muy rápidamente, por lo que se debe consumir enseguida.
Le encontramos tanto en el Océano Atlántico como en el Mar Mediterráneo. Es un pez gregario, que nada normalmente en bancos muy bien organizados. Se mueve por el litoral, y tiene tendencia a situarse en las zonas entre dos aguas, acercándose mucho a la superficie, sobre todo durante la temporada de verano. Aunque como hemos dicho la hay durante todo el año, la mejor temporada para su pesca es la que va entre los meses de junio a septiembre.
Tiene forma alargada, aunque con el cuerpo más bien comprimido, con la boca muy pequeña, y presenta una tonalidad tirando a plateada, destacando por tener 6 u 8 rayas a lo largo del cuerpo, las superiores tirando a negro y las inferiores doradas y plateadas. Además, le distinguen también sus grandes ojos. En cuanto a sus dimensiones, la media es de unos 30 centímetros de longitud, alcanzando alrededor del medio kilo de peso, aunque pueden llegar a alcanzar grandes dimensiones, habiéndose pescado ejemplares incluso de 10 kilos.
Cabe comentar que tiene dentro de su boca un parásito que, aunque de aspecto algo desagradable, no entraña ningún peligro, y que, además, se marcha asì que el ejemplar es capturado.
En cuanto a su alimentación, los ejemplares más jóvenes son omnívoros, y se alimentan de pequeños peces y crustáceos, así como de plancton. Sin embargo, a medida que se van haciendo adultos se van volviendo progresivamente vegetarianos.
La boga destaca nutritivamente por sus aportes de vitamina B, así como por su contenido en minerales como el potasio, el magnesio o el yodo, aunque sus contenidos no se pueden considerar muy elevados en comparación con otras variedades de pescado.
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